DESPUES DE ESTE MARTIRIO
COMPARTIENDO DIÁLOGOS
CONMIGO MISMO
DESPUÉS DE ESTE MARTIRIO
(Al que al cielo escupe,
en la cara le cae)
Todo fluye en esta vida y todo
confluye
en gratitud y en gratuidad de
amor,
a través de la naciente fuerza
de Dios,
que nos revitaliza en cada
amanecer,
para no desfallecer sin vivir
amando,
pues amar es donarse y
perdonarse,
a la vez y por siempre y para
siempre.
Abramos el corazón para que
Jesús
pueda entrar y adentrarse en
nosotros,
pueda tomar morada y dirigir
los pasos,
pueda hacer nido y deshacer
nudos,
pueda ponernos a diario en
movimiento
hacia esa verdad luminosa de la
cruz,
eternamente ahí, ¡ahí para
ceñirnos!.
En ese crucificado estamos
todos,
a la espera de ser
reconducidos,
liberados de nuestros ojos
egoístas,
ciegos por la codicia y el
poder,
pues todos estamos llamados a
ser
para los demás, lo que somos
para uno:
la voz más nívea, ¡el
fraternal sosiego!.
Y cuando tengamos que hacer
silencio,
jamás levantemos la expresión,
bajemos
la mirada y observémonos
sigilosos;
hagámoslo con sumisión y gran
ternura,
para no aguar el anuncio de la
verdad,
la savia de nuestro Redentor
aquí,
que se hizo palabra para
renacernos.
Bajo ese espíritu de nuestro
Creador,
este aliento mundano pasará,
no será,
y nuestro místico interior,
ascenderá;
tomará otros abecedarios más
sublimes,
pues la inspiración del santo
espíritu,
nos hará saber qué camino
recorrer,
qué ruta tomar, qué horizonte
abrazar.
Las sendas son diversas y
tentativas,
es vital dejarse examinar
hondamente,
entender e identificar los
sentimientos.
Esa flor delicada que es
nuestra alma,
requiere que nuestro cuerpo
vuelva
a ser cielo, reencontrado con
el Padre,
hallado y buscado para ser luz
de hogar.
Víctor
Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
9 de noviembre de 2019.-